Así lo cree Favio Casarin, presidente de la APPMA
Aunque hay factores externos que inciden negativamente sobre el negocio minero local, la Asociación de Profesionales de las Industrias del Petróleo y de la Minería Argentina prefiere poner el foco sobre los internos. “Se precisa un debate sincero”, exige Favio Casarin, titular de la entidad.
A la hora de calificar lo que significó 2013 para la minería nacional, Favio Casarin, presidente de la Asociación de Profesionales de las Industrias del Petróleo y de la Minería Argentina (APPMA), es categórico. “Éste ha sido un muy mal año, el peor en muchos que se recuerden. Es tan grave lo sucedido, que no caben dudas sobre el diagnóstico; a lo sumo se pueden presentar debates sobre las causas, o sobre cuáles de ellas han sido las que más han influido”, asegura en diálogo con El Inversor Energético & Minero.
A su entender, los factores externos –como la caída del precio de los metales en los mercados internacionales– son los principales responsables de este escenario, pero también existen varios factores internos que no han amortiguado esta situación, sino que –por el contrario– han contribuido al derrumbe. “El freno a las importaciones, el tipo de cambio fijo, las restricciones al giro de utilidades y las demoras en el reintegro del Impuesto al Valor Agregado (IVA) por exportaciones, entre otras variables, han contribuido a que el país deje de ser atractivo para la inversión minera”, enumera el directivo, quien también es vicepresidente de la Cámara Minera de Jujuy.
Por si lo dicho fuera poco, indica que existe un marcado contraste entre las políticas mineras de las provincias. “Algunas prohíben la minería, otras imponen gravámenes extras, violando la seguridad jurídica, y otras establecen fronteras de compre local. Todo lo cual denota la ausencia de una política y autoridad minera nacional claras”, advierte.
Según sus palabras, la Organización Federal de Estados Mineros (OFEMI) fue bien recibida por la industria para llenar este bache. “Sin embargo, a poco de nacer quedó herida, cuando algunos gobernadores primero firmaron el Acta Constitutiva y al llegar a sus provincias le dieron la espalda”, señala.
El cierre de los dos grandes proyectos mineros –Potasio Río Colorado y Pascua-Lama–, añade, fueron la consecuencia lógica y previsible de esta situación. “Pero no la única, ya que todos los emprendimientos metalíferos en producción están heridos de muerte y la actividad exploratoria está casi paralizada”, apunta.
En su opinión, hablar de algo positivo en medio de este panorama sería mencionar cuestiones minúsculas al lado de otras gigantescas como las citadas. “A grandes rasgos, no hubo ningún avance para destacar en 2013”, enfatiza.
Foco a nivel local
De cara al futuro inmediato, Casarin considera vital centrar la atención en las dificultades propias del ámbito local. “Todo pasa por enfocarse en lo interno, ya que los factores externos están fuera del alcance. Para 2014, será necesaria una convocatoria amplia y sin mezquindades a todos los sectores involucrados con el desarrollo de la actividad minera en el país (las cámaras, los profesionales, las autoridades provinciales, las asociaciones sindicales, etc.), con el propósito de promover un debate sincero”, comenta.
A su criterio, ya no hay lugar para los comunicados que nadie lee ni para discursos de ocasión y vacíos de contenido en eventos y fiestas. “El problema se soluciona abordando las causas, no existe otra forma posible. Si no entendemos esto, el próximo año podría convertir esta minería parada en una minería residual, transformación que la Argentina sufriría mucho”, concluye. ›|‹