Luz y Fuerza, frente a una elección decisiva

Lorenzo Miguel solía jactarse de que “en la UOM siempre se vota por unanimidad ”, un sugestivo concepto que se generalizó y que llevó a equiparar la presentación de una lista única en las elecciones gremiales con un amplio ejercicio de la democracia, por más que esa nómina no fuera respaldada por un aluvión de votos de los afiliados. El “sincericidio” miguelista no hizo más que transparentar la idea de muchísimos dirigentes de que es mejor hacer lo que sea con tal de evitar la competencia con los disidentes. Tener oposición es sinónimo de debilidad para el sindicalismo.

El objetivo de una conducción sin rebeldías, a las que hay que sofocar a cualquier precio, es casi un precepto religioso para el modelo sindical. Hoy, el tema es la existencia de gremialistas con problemas de representación a raíz de un cóctel de factores. Estructuras burocratizadas en las que sus líderes se alejan de las bases y no quieren sucesores. Cuadros intermedios que pugnan por reemplazar a esos dirigentes vitalicios. Trabajadores mucho más jóvenes, cuestionadores de toda jerarquía y que no respetan el verticalismo de siempre.

Los cambios en las bases y la ausencia de cambios en los sindicatos, además de fallos de la Corte que resquebrajaron al viejo unicato, están precipitando transformaciones impredecibles. Por eso la lucha interna en un gremio decisivo como Luz y Fuerza se convierte en un símbolode estos tiempos. Su líder indiscutible durante treinta años fue Oscar Lescano. Pero este experimentado dirigente, que había extendido la hegemonía de su Sindicato Capital a la federación, se murió hace un año y su reemplazante, Rafael Mancuso, no parece el ideal para muchos sindicatos del interior. Así lo publicó Clarín.

Al menos, ésa es la conclusión de unas 17 seccionales lucifuercistas encabezadas por Guillermo Moser, un chaqueño de 55 años que conduce el poderoso Sindicato de Mercedes y que desde 2010 es subsecretario general de la federación, secundando a Julio Ieraci, del Sindicato Capital. Aquí, el germen de la rebeldía fue la decisión de Mancuso y Ieraci (con problemas de salud) de aspirar a retener la jefatura de la federación, pese a que Moser les anunció que un grupo de filiales del interior quería tener su oportunidad de conducir la organización. Son todos lescanistas y todos kirchneristas. Y, por primera vez en su historia, en el congreso de Luz y Fuerza que comienza hoy en Mar del Plata, los delegados votarán el jueves entre dos listas.

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