El Gobierno reanudó ayer la ronda de reuniones que viene manteniendo con las petroleras en los últimos días para intentar frenar un aumento en los precios de los combustibles. Sin llegar todavía a un acuerdo firme, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el ministro de Economía, Axel Kicillof; y el secretario de Comercio, Augusto Costa, citaron por la mañana a representantes de las compañías (YPF, Pluspetrol, Petrobras, entre otras), que ven afectados sus costos a partir de la reciente decisión oficial de acelerar la devaluación.
La orden del Gobierno es una: la de no tocar los precios. Sin embargo, en el sector explicaron a los funcionarios que un aumento resulta inevitable al tener sus insumos dolarizados (los combustibles se comercializan en pesos en las estaciones de servicio pero la compra de petróleo crudo, incluso en el mercado interno, se realiza en dólares). Si bien no está claro qué fórmula se estaría negociando para que el impacto no sea tan fuerte en los surtidores, trascendió que podría aplicarse desde un tipo de cambio diferenciado para las petroleras en sus operaciones, pasando por un esquema de suba de precios escalonados, hasta un pacto del sector por mantener al menos por un mes los valores de sus productos.
Tal como había anticipado El Cronista ediciones atrás, la primera petrolera en recibir el mandato y «paradójicamente la más afectada por la devaluación» fue la estatal YPF. La empresa de bandera sigue siendo en la actualidad la que exhibe los precios más bajos del mercado.