El gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, debió atravesar anteayer en auto los 1150 kilómetros que separan su provincia de la Ciudad de Buenos Aires. Hace poco se operó de un desprendimiento de retina que le tiene vedado el avión. Pese a las demoras, al mandatario patagónico no se le borró la sonrisa de la cara. Vino acompañado por el rutilante triunfo de su delfín, Omar Gutiérrez, en las elecciones internas del Movimiento Popular Neuquino (MPN), que se impuso el domingo al sindicalista Guillermo Pereyra, triunfador de los últimos comicios legislativos. Sapag consiguió el suficiente oxígeno político para venir a Buenos Aires tranquilo a negociar con el Gobierno por la controvertida ley de hidrocarburos que impulsa la presidenta Cristina Kirchner, y puso en pie de guerra a los gobernadores de las provincias petroleras.
Su par de Chubut, Martín Buzzi, también estuvo ayer en Buenos Aires. Desde las 15.30 se reunió con Sapag para cerrar posiciones con respecto al proyecto oficial para reglamentar el negocio de los hidrocarburos. Después de las 17, ambos tenían previsto encontrarse con el ministro de Planificación, Julio De Vido, uno de los que menos desagrado despiertan entre los gobernadores a la hora de buscar consensos.
Según el resultado de ese encuentro, era probable que todos tuvieran una reunión al final de la tarde con el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Así lo consignó La Nación.
Los gobernadores también esperaban al secretario legal y técnico, Carlos Zannini. Si limaban las asperezas, todos culminarán la semana con una reunión en la Residencia de Olivos. Allí los esperaría la presidenta Cristina Kirchner.
Ese raid de encuentros efímeros es la apuesta del Gobierno para destrabar el envío al Congreso de una nueva ley de hidrocarburos, que reclama el presidente de YPF, Miguel Galuccio, pero generó mucho malestar en las provincias.
Aunque el tema de la convocatoria es el petróleo, varios de los asistentes reconocieron a LA NACION que sólo se hablará de política. Es que el texto del proyecto de ley pasó a segundo plano luego de la pelea entre el Gobierno y los mandatarios provinciales.
Buzzi, por ejemplo, todavía no digiere la denuncia de la AFIP en su contra por supuesta evasión de impuestos. En su entorno le adjudican la maniobra a Zannini. Y junto a Sapag comparte otra espina: el último día de julio, Cristina Kirchner firmó la refinanciación de deudas varias provincias con la Nación, pero dejó fuera del convite a los gobernadores que se oponían a la ley de hidrocarburos.
En los últimos días, sin embargo, las provincias notaron lo que podría ser el primer gesto de acercamiento del Gobierno. Neuquén debía pagar una cuota de la deuda, pero la Casa Rosada no la debitó pese a que Sapag no fue invitado formalmente a la prórroga.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se lo machacó para contener uno de los últimos reproches del gobernador neuquino.