Alejados de las luces que apuntan a Vaca Muerta hay decenas de bloques que engordan las estadísticas productivas de la Cuenca Neuquina. Muchos de ellos son el verdadero sostén para los oleoductos y gasoductos que transportan el hidrocarburo del subsuelo provincial. Sin embargo tanto la Provincia como las compañías de a poco empiezan a mirar hacia estás áreas porque se acercan los vencimientos.
Según registros del ministerio de Energía neuquino en los próximos cuatro o cinco años caen los contratos de explotación de nueve bloques. Si bien muchos de ellos son yacimientos ya marginales y sin producción, entre el lote se anotan El Mangrullo y Rincón del Mangrullo.
Además de las concesiones de explotación, también se vencen entre 2018 y 2020 unos 20 permisos de exploración -la mayoría de ellos con proyección no convencional- que en caso de no solicitar una extensión o una nueva concesión, caerán en manos de la petrolera provincial GyP. En paralelo la compañía neuquina lanza el próximo lunes la licitación de seis bloques (ver aparte).
Los nueve contratos de explotación que vencen entre 2021 y 2022 no ingresaron a la renegociación de 2008 y fueron concesionados entre 1996 y 1997. Las áreas son Aguada del Chivato (Medanito), Cerro Hamaca (YPF), Chihuido de la Salina (YPF), Dos Hermanas (YPF), Dos Picos (Medanito), El Mangrullo (Pampa Energía), Paso Aguerre (Sima), Paso de las Bardas Norte (YPF) y Rincón del Mangrullo (YPF-Pampa Energía).
De acuerdo a los datos del ministerio de Energía de Nación en total suman unos 4.000 barriles diarios de petróleo y 7,6 millones de metros cúbicos de gas. Pero sólo seis de los nueve bloques tienen producción computable.
En términos porcentuales la extracción computada significa apenas el 3,8% del crudo que se extrae en la provincia (105 mil barriles/día), pero en el caso del gas la participación trepa casi al 15% de la torta neuquina (54 millones de m3/día). El principal aporte a esa cuenta lo hace Rincón del Mangrullo, unas de las mayores apuestas de YPF para el desarrollo de gas no convencional.
El lugar de Rincón del Mangrullo entre las cuencas productivas del país crece si en la comparación porcentual se menciona que por sí sólo ya produce cerca del 5% de todo el gas que extrae en el país. En ese bloque, donde están YPF como operador y Pampa Energía como socia, ya se invirtieron más de 700 millones de dólares en lo que es el principal desarrollo de tight gas de la cuenca.
Los desembolsos para el bloque llegaron en los últimos años, podría decirse que casi al final de la concesión, empujados por el uso de nuevas tecnologías y la curva de aprendizaje trazada por la petrolera nacional. En suma llevaron las perforaciones a un valor de 3 millones de dólares (menos de la mitad de lo que cuesta un pozo shale) y el tiempo de finalización lo congelaron en 10 días.
El proyecto se apoyó en los precios diferenciales para la producción de gas nuevo, implementados en el anterior gobierno y continuados por el actual, y en la ingeniería desarrollada para llegar a más de 1.300 metros de profundidad para atravesar Mulichinco y Lajas y fracturar las arenas compactas de esas formaciones.
Si bien actualmente el yacimiento se encuentra produciendo al máximo de la capacidad que le permiten las últimas instalaciones montadas allí, en el último balance anual de YPF el bloque figura como uno de los nuevos 10 pilotos que la compañía espera lanzar en este año. Las últimas tres inversiones que anunció la petrolera fueron junto a socios financieros, algo que podría repetirse.
Otra de las áreas clave que está dentro del paquete con vencimiento próximo es El Mangrullo. Cuenta con una producción de 1,8 millones de metros cúbicos día de gas. El yacimiento tiene una particularidad: en 1997 tras la pueblada de Plaza Huincul y Cutral Co, el gobierno provincial transfirió el área a ambos municipios.
Desde entonces las regalías que paga la producción del bloque son recibidas exclusivamente por las administraciones municipales a través del Ente Autárquico Intermunicipal (ENIM). Este organismo tendrá a su cargo la extensión de la concesión o su licitación.
Siempre se dice que los tiempos en la industria hidrocarburífera se cuentan en decenas de años. La mirada de horizonte lejano suele dominar las decisiones de las gerencias petroleras. Sin embargo esas definiciones, repetidas en cada campo petrolero hasta el hartazgo, colisionan con las políticas de coyuntura de los gobiernos.
Un ejemplo del corto plazo en la industria fueron los planes de estímulo al gas o el barril criollo. Ambos, a distinta escala, destrabaron nuevas inversiones pese a que en el medio hubo elecciones y un cambio de gobierno nacional.
En la práctica, los dos tiempos conviven de acuerdo a las necesidades. Las petroleras involucradas en los próximos vencimientos aseguraron que aún no revisan las condiciones para extender los contratos. “En el medio tenemos casi dos elecciones presidenciales. Todo puede pasar”, bromeó una de las fuentes consultadas.
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