Empezó a lo Juan José Aranguren: sin evitar palabras tabú y alborotando incluso a sus propios compañeros de Cambiemos. El ministro de Energía ganó esta semana una pequeña discusión interna: anteayer, en su primera conferencia de prensa, usó la expresión «emergencia», contra la recomendación de especialistas en comunicación macrista que habrían preferido «plan de eficiencia» o «ahorro».
Pero Aranguren logró convencerlos de que, jurídicamente, la utilización del concepto «emergencia» le da a una norma prerrogativas que los eufemismos no permiten. Era en realidad lo que el ingeniero tenía pensado desde hacía tiempo, aun cuando dirigía Shell y veía lejos la posibilidad de ser funcionario. «Quien quiera que sea el secretario de Energía del próximo gobierno, tiene que anunciar la emergencia en su primera conferencia de prensa», decía entonces. Así lo consignó La Nación.
Tal vez los cuidados por atenuar el impacto de estas medidas impopulares vayan imponiéndose entonces en cuentagotas, hacia adelante, con los anuncios de aumentos que se esperan para el mes próximo. El más evidente ya está decidido: el Gobierno dispuso que las facturas eléctricas y de gas les lleguen a los usuarios todos los meses y no de modo bimestral, como ocurre ahora.
Un modo de atenuar el impacto psicológico de las subas. Desde la óptica de la aplicación puede llegar a ser complicado porque, hasta ayer, algunas distribuidoras no estaban al tanto de la modificación. «Si es así, que nos avisen, porque esto no se factura de un día para el otro», se sorprendieron en una empresa eléctrica.