El próximo martes, Enrique Pescarmona cumplirá 74 años y, anticipándose unos días a los festejos, ayer anunció que llegó a un acuerdo con sus acreedores que asegura la continuidad de su compañía Impsa, que se encontraba en default desde hace más de un año. El empresario mendocino igualmente reconoce que la negociación que se extendió durante varios meses le genera sentimientos encontrados: por un lado, la satisfacción de haber cerrado la reestructuración de una deuda de US$ 1000 millones. Y, por otro, la tristeza de haber tenido que resignar el 40% del capital de Impsa a manos de sus acreedores.
En una videoconferencia desde sus oficinas en Mendoza, Pescarmona explicó cuáles son los alcances del acuerdo firmado con los acreedores, criticó con dureza al gobierno kirchnerista -al que acusó de haberlo discriminado- y advirtió que sin importar quién gane en la segunda vuelta, el ajuste es inevitable. «Todo este proceso de reestructuración de la compañía fue muy doloroso, no sólo para nosotros, sino también para los acreedores. De nuestra parte, lo que hicimos fue priorizar la continuidad de la empresa, aun a costa de nuestros intereses personales», explicó Pescarmona a La Nación.
-¿El management va a seguir en manos de la familia?
-El CEO va a seguir siendo Juan Carlos Fernández, que lleva más de treinta años en la empresa y que cuenta con un respaldo de la gente que trabaja en Impsa. Estamos contentos de que los acreedores sean nuestros socios porque nos van a ayudar a conseguir nuevos contratos. Los acreedores son bancos nacionales como el Nación, Galicia, Hipotecario, bancos internacionales, tenedores de bonos y entidades multilaterales como el BID.
-¿Por qué llegaron a la situación de tener que ceder el 40% de la empresa?
-En los últimos años ganamos proyectos multimillonarios, en los que resultamos adjudicados e incluso se inicializaron los contratos y nos los rescindieron para dárselos a otras empresas. Nunca supimos por qué. Hay veces que un país necesita hacer acuerdos con otras naciones por una cuestión política. Pero generalmente esos acuerdos contemplan alianzas con las empresas locales. En este caso no fue así y no se trató de un problema de tecnología, sino de una decisión política.
-¿Cómo está hoy la compañía?
-A lo largo de sus 108 años de vida Impsa pasó por un montón de crisis. Pero esta es la primera vez que enfrentamos una crisis con un montón de trabajo. Hace tres años llegamos a facturar US$ 1100 millones y este año vamos a rondar los US$ 300 millones.