Se acentúa el rojo energético
De enero a junio, las compras de combustibles que computa la Secretaría de Energía costaron u$s 4.875 millones. Crecieron las compras de gasoil, gas de Bolivia y LNG.
Algunos economistas estiman una caída de hasta un 4,5% de la actividad industrial durante el primer semestre. En junio, la baja rondaría el 3%, por lo que el sector continuará por la senda recesiva que transita desde hace ocho meses, según datos del Indec. Sin embargo, a pesar del menor consumo de fábricas y complejos productivos, las importaciones de energía no detienen su marcha creciente.
Todo lo contrario. De enero a junio de este año, las compras de combustibles y productos ligados al sector hidrocarburífero –como lubricantes y otros derivados– se encarecieron un 14% con relación al mismo período de 2013. La cuenta ascendió hasta los u$s 4.875,14 millones contra los u$s 4.276 millones del año pasado, según datos de la Secretaría de Energía, que dirige desde el mes pasado Mariana Matranga.
La factura energética es una de las aspiradoras que está secando de dólares la plaza local. El año pasado, el déficit de la balanza energética orilló los u$s 7.000 millones y este año repetiría ese valor.
La elasticidad de las importaciones energéticas parece estar disociada de la evolución de la economía doméstica. O, en todo caso, aunque el nivel de actividad tenga su incidencia, existen otros factores más determinantes, como el estancamiento de la producción local de gas y la falta de crudo Medanito, de tipo liviano y el más elegido por las refinadoras.
A raíz de eso, la curva de las importaciones de energía muestra una tendencia inercial creciente. Según estadísticas de Energía, la factura por el gas natural licuado (LNG) que llega a las terminales de Escobar y Bahía Blanca ascendió a u$s 1.922 millones, un 12,4% más que en la primera mitad de 2013 (u$s 1.709 millones). La expansión de la cuenta del gas importado desde Bolivia fue similar (11,7%) y en lo que va del año costó u$s 1.186 millones.
Predominancia gasífera
Las necesidades gasíferas del país explicaron casi un 60% de las importaciones energéticas totales. El fluido que llega del exterior tiene destinos múltiples: se utiliza para cubrir la demanda de los hogares, que se dispara en el invierno por el frío; para generar electricidad en las centrales termoeléctricas (en especial, en los ciclos combinados); y para abastecer la demanda de grandes industrias, aunque en los meses de frío la oferta disponible del fluido se desploma por la prioridad residencial.
En materia de combustibles, se registró una baja de la importación de nafta Súper. Las compras del producto preferido por los automovilistas descendió un 8,2%, hasta los u$s 78,9 millones.
Las petroleras –YPF, Shell, Axion (Esso), Shell, Petrobras y Oil– optaron por adquirir nafta Premium. La factura del derivado de mayor octanaje creció un 18,7%, hasta los u$s 238 millones.
La dinámica del gasoil es diferente. La importación de gasoil grado dos, el de menor octanaje, tuvo un salto del 60,5%, que se explica, fundamentalmente, por la pérdida de capacidad de refinación que sufrió YPF tras el incendio de la destilería de Ensenada, en abril de 2013.
La cuenta del gasoil común –que se destina no sólo a los surtidores, sino también a industrias y transporte de carga y pasajeros– trepó hasta los u$s 385 millones. Mientras que la importación de gasoil Premium, el más consumido por los automovilistas particulares, descendió un 6,7%.
Las importaciones de gasoil para generar energía –el derivado es el reemplazante natural del gas en las usinas térmicas más modernas– funcionan bajo la órbita de Cammesa, la administradora del mercado eléctrico mayorista, que no publica la información referente a las compras del combustible. Lo mismo sucede con el fuel oil que se importa para producir electricidad en las centrales más antiguas. ›|‹