Peligrosa tendencia en el upstream local
La salida de Petrobras, Apache, Apco y Americas Petrogas, entre otras, puso de manifiesto la dificultad de la Argentina para incorporar nuevos inversores. Los empresarios locales, familiarizados con el “estilo argentino”, son los grandes compradores.
La decisión de Petrobras de abandonar su negocio en el país para reagruparse en Brasil confirmó una tendencia que se viene evidenciando desde hace por lo menos cinco años: la dificultad que tiene la Argentina de atraer nuevos inversores al sector de exploración y producción de hidrocarburos.
A la hora de buscar comprador para sus activos locales ‒valuados en más de u$s 1.000 millones‒, la brasileña invitó a los grandes jugadores del mercado doméstico, como YPF, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Tecpetrol. A esa lista podría sumarse algún empresario como Eduardo Eurnekian o algún otro argentino que conozca el riesgo de operar en el mercado vernáculo. Pero es difícil, según coinciden en la industria, que Petrobras logre convocar a una petrolera sin presencia en el país. El cepo y el atraso cambiario, el complicado frente externo a raíz del conflicto del Gobierno con un grupo de holdouts y la inflación en dólares atentan contra ese objetivo.
Lejos de ser una excepción, la dinámica endógena puesta de manifiesto por la venta de Petrobras Argentina amenaza con generar un fenómeno a priori riesgoso: la concentración de los yacimientos argentinos en cada vez menos manos. En lugar de ampliar la torta en pos de sumar nuevos players que contribuyan a elevar la inversión para frenar la declinación de la oferta de hidrocarburos, la tendencia es precisamente la contraria. El reemplazo de los inversores que se van sólo se concreta por otros que ya están en el país.
Abundan los ejemplos en esa línea: la venta de los activos de Apache concretada en febrero del año pasado a manos de YPF, el mayor jugador del mercado con un share del 37% en el mercado de hidrocarburos; la compra de Apco Oil & Gas por parte de Pluspetrol, la tercera petrolera del mercado, controlada por accionistas locales; la cesión de los campos de la canadiense Gran Tierra Energy a Madalena Energy, de la misma bandera, que lleva años en la Argentina; y la reciente adquisición de Tecpetrol, la petrolera de Techint, que se quedó con la mayoría de las áreas petroleras de Americas Petrogas, otra compañía canadiense.
En todos los casos se repite el mismo limitante: la incapacidad del vendedor para encontrar un comprador sin presencia en la Argentina. Al contrario, el conocimiento y la familiaridad con respecto a las particularidades de la economía local se convirtieron en una condición sine qua non para operar en el mercado petrolero.
Pocos ingresos, varios egresos
De los cinco mayores productores de crudo del país (sin contar a Petrobras, cuarto en ese ranking), la china Sinopec es la única empresa que no amplió su porfolio de activos. YPF pagó cerca de u$s 800 millones para quedarse con los yacimientos de la norteamericana Apache, que el año pasado se despidió del país. Pluspetrol abonó en octubre pasado u$s 420 millones por las áreas de la también estadounidense Apco Oil & Gas. Bridas, el buque insignia de la familia Bulgheroni y pata local de Pan American Energy (PAE), la segunda petrolera del mercado, se quedó con la refinería y la red de estaciones de servicio de ExxonMobil. Y Tecpetrol, la petrolera de Techint, pagó en junio u$s 63 millones para alzarse con los campos de Americas Petrobras, una petrolera independiente listada en la Bolsa de Toronto.
El mapa hidrocarburífero está hoy, en consecuencia, más concentrado que hace cinco años. Entre las petroleras recién nombradas controlan un 80% de la producción de hidrocarburos del país y un porcentaje similar del acreaje con mayor potencial.
El deteriorado clima de negocios del país funciona como un cerco que impide incólume la llegada de nuevos jugadores al sector de Oil & Gas. Ni siquiera la difusión del potencial de Vaca Muerta, presentada en la industria como un enorme yacimiento no convencional de clase mundial, logró quebrar esa tendencia.
Salvo escasísimas excepciones, como EOG Resources en 2011, antes de la reestatización de YPF, y la malaya Petronas a fines del año pasado, los campos de shale oil y shale gas de Neuquén no terminan de traccionar el ingreso de nuevos inversores, tal como habían pergeñado Miguel Galuccio, CEO de YPF, y el ministro de Economía, Axel Kicillof.
La última bandada de petroleras internacionales que se incorporó al upstream doméstico de hidrocarburos data de 2004-2005, cuando varias petroleras canadienses –Petro Andina Resources y Petrolifera Petroleum, entre otras– obtuvieron áreas secundarias con el objetivo de hallar campos company maker, esos que elevan exponencialmente el perfil de una operadora. La resolución 394/2007 del Ministerio de Economía, firmada por Miguel Peirano pero redactada por Guillermo Moreno, marcó el quiebre de esa tendencia. La normativa fijó discrecionalmente el precio del crudo en u$s 42 (en tiempos de una cotización internacional en alza tocaría los u$s 130 un año más tarde) y provocó un brusco descenso del valor bursátil de las compañías canadienses (otra de las que integra esa lista es Gran Tierra Energy, que el año pasado se fue de la Argentina) y estadounidenses que operaban en el país.
Más inversión
El gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, que suena como uno de los aspirantes a asumir la cartera de Energía en una eventual presidencia de Daniel Scioli, suele decir que su provincia precisa cerca de 200 operadoras petroleras para explotar de forma óptima los yacimientos de la cuenca Neuquina. “Hoy sólo tenemos 20, cuando en una cuenca como la de Alberta, en Canadá, muy similar en términos geológicos a la Neuquina, hay más de 2.000. Con un 10% de esa cifra me doy por satisfecho”, repite desde hace algunos años.
La tendencia registrada es precisamente la opuesta. Cada vez menos manos controlan más campos. Aquel axioma –tan replicado en Norteamérica– que defendía la concesión de los grandes yacimientos a las grandes compañías y los pequeños campos a empresas independientes o pequeñas que puedan sacarle el jugo a áreas marginales o secundarias nunca terminó de aplicarse en la Argentina.
Existe un problema adicional: no sólo hay pocos jugadores, sino que la mayoría están controlados o tienen fuerte presencia mediante accionistas locales. YPF, PAE, Pluspetrol y Tecpetrol son compañías con gran presencia nacional. En un escenario económico signado por la falta de financiamiento barato como resultado del default provocado a raíz del conflicto con los buitres, es complejo conseguir créditos blandos para solventar proyectos petroleros en el país. Frente a esa encerrona, la concentración del negocio petrolero en pocos players no parece la mejor opción. ›|‹
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Quiénes se fortalecieron
YPF: se quedó con los activos de Apache, quinto productor de gas, a cambio de u$s 800 millones. También compró campos de Petrobras.
PAE: Bridas, su pata local, propiedad de la familia Bulgheroni, compró la refinería y las estaciones de Esso, subsidiaria de ExxonMobil.
Pluspetrol: adquirió los activos de Apco Oil & Gas. En 2009 había comprado los campos de la canadiense Petro Andina Resources.
Tecpetrol: pagó u$s 63 millones por la mayoría de las áreas de Americas Petrogas.
CGC: la petrolera adquirida por Eduardo Eurnekian (Corporación América) en 2013 compró los activos de Petrobras en la cuenca Austral, en Santa Cruz.
Madalena Energy: la petrolera canadiense incorporó los campos de su coterránea Gran Tierra Energy.
Oil: en 2011, la petrolera de Cristóbal López adquirió la refinería de Petrobras en San Lorenzo.