El presidente de la Comunidad Bet El y vocal del Instituto de Diálogo Interreligioso, Martín Maslo, expresó hoy que una minería responsable «debe centrarse no sólo en el ambiente sino también en el ser humano», al entender que hay «proyectos mineros que pueden contribuir a no dar por aceptada la pobreza y el subdesarrollo» de muchas comunidades.
Convocado por la Secretaría de Minería, Maslo integra la mesa facilitadora que elabora el Plan Estratégico de Minería en la Argentina, lo que el religioso consideró «una gran oportunidad para expresar el trabajo que hace años se hace desde el Instituto de Diálogo Interreligioso bregando por la paz, la convivencia y el cuidado de la Casa Común».
«La minería, que ha sido y es, motor del desarrollo económico de los países, debe ser activamente responsable y asumir los cuidados y las consecuencias de su accionar», dijo Maslo a Télam al señalar que «la minería responsable debe enmarcarse en la integralidad de su existencia y centrarse no sólo en el ambiente sino en el ser humano».
El presidente de la Comunidad Bet El resaltó que «es necesario un marco legal y de control, que asegure que tanto lo ambiental como lo humano, surjan del análisis, le ejecución, el contralor, el cierre y la evaluación de los proyectos mineros».
«No pretendo un desarrollo antropocentrista que ignore los peligros y los daños que, sin los cuidados y las medidas necesarias, cualquier actividad de esta índole puede causar al medio ambiente», aclaró.
En ese sentido citó al Papa Francisco en su encíclica «Laudato Si» que conmina a cuidar y sostener la Casa Común».
«La Casa Común es la tierra, y quienes habitan en ella. No podemos dar por aceptada la pobreza y el subdesarrollo, sabiendo que proyectos mineros pueden contribuir, bajo la égida de un plan nacional estratégico y un marco legislativo y normativo, al desarrollo y el sostenimiento de comunidades en muchas provincias», aseveró.
Para eso, el religioso consideró necesario «un Estado presente, y un fuerte compromiso empresario. Sin empresas no hay minería, sin Estado no hay minería, y sin recursos cuidados y sin mujeres y hombres trabajando, acompañados por sus familias, por educación, desarrollo cultural y salud, tampoco hay minería».
Al abordar uno de los grandes debates del sector, Maslo se preguntó: ¿Por qué la concepción educativa actual sobre esta actividad está centrada casi exclusivamente en los daños ambientales que la misma produce y escasamente se menciona la importancia de su contribución a la vida cotidiana?
«Los prejuicios, y los valores se forman en la infancia. Si en nuestra educación aplicamos este tipo de sesgos, pero a la vez fomentamos el uso de casi todo lo que tenemos, sabiendo que proviene siempre, indefectiblemente en algún porcentaje de la actividad minera, ¿no estamos siendo contradictorios?», inquirió.
Por supuesto, defendió que «la legitimidad de quien reclama por el impacto ambiental debe ser siempre tenida en cuenta» y para ello «deben existir los controles y los mecanismos de denuncia que eviten a tiempo cualquier violación y abuso de los recursos y prever y frenar cualquier riesgo al ser humano principalmente».
«La minería es una parte fundamental de nuestra vida moderna. No podemos ni debemos condenarla. Debemos entenderla como parte fundamental de la composición de nuestro tejido ambiental y humano. Debemos ponerla en un lugar de impulso y momentum; debemos hacerla parte del cuidado en nuestra educación de la misma forma que cuidamos el agua o las plantas o los animales. Debemos exigirle devolver a la comunidad y a la tierra en la misma proporción de lo que se le pide», finalizó. Fuente: Telam.