YPF se vio obligada a cancelar la adquisición de Petroken y Petroquímica Cuyo porque el BCRA no autorizó el giro de dólares al exterior para cerrar la operación.
Tres meses y medio después de anunciar la compra de dos plantas petroquímicas en u$s 122 millones, YPF comunicó el 2 de diciembre a la Comisión Nacional de Valores que esa operación no pudo llevarse a cabo finalmente, debido a “motivos ajenos a las partes”.
A mediados de agosto, la petrolera que conduce Miguel Galuccio había publicado en la CNV la adquisición del 50% de las acciones de Petroken Ensenada y del 46% de las acciones de Petroquímica Cuyo, compañías dedicadas a la producción y comercialización de diferentes polímeros, tras acceder a un financiamiento en dólares por intermedio del banco HSBC.
El Estado nacional tenía previsto asociarse al Grupo Inversor Petroquímico (GIP), con el que iba a controlar, en partes iguales, el 100% de Petroken y el 92% de Petroquímica Cuyo. El monto a pagar por Petroken ascendía a u$s 72 millones, mientras que el monto de Petrocuyo alcanzaba los u$s 50 millones.
Sin embargo, según informaron fuentes del sector financiero, la operación se cayó debido a las restricciones para girar dólares que le impuso a la petrolera el Banco Central, enmarcado en los últimos meses en una constante caída de reservas en moneda extranjera. Como la transacción debía cerrarse como máximo el 1 de diciembre, se terminó desvaneciendo.
Petroken Petroquímica Ensena-da (PESA), que se ubica en las afueras de La Plata, es controlada hasta el momento por el grupo holandés LyondellBasell, el mayor productor de polipropileno de la Argentina, con una capacidad instalada de 180.000 toneladas anuales. Petroquímica Cuyo, en tanto, es una compañía local del grupo Sielecki, en Luján de Cuyo, Mendoza, controlada por GIP, y cuenta con una planta de polipropileno capaz de producir 130.000 toneladas anuales.
Para YPF se trataba de una operación estratégica: la petrolera apunta a ampliar su presencia en el negocio petroquímico para aprovechar la rentabilidad de un sector ubicado aguas abajo de la producción de hidrocarburos, que el último año se vio beneficiado por la fuerte caída de los precios de las materias primas.
Paso frustrado
YPF es el mayor proveedor de propileno, uno derivado del crudo que obtiene en su refinería de Ensenada, de Petroken PESA. El contrato de abastecimiento finaliza en 2019. Otro de los proveedores es Shell. Con la compra la planta de polipropileno ubicada en las afueras de La Plata, a escasos metros de la refinería de YPF (los separa un canal de agua), la petrolera aspiraba a controlar los márgenes de toda la cadena de valor del derivado petroquímico. Si el precio del propileno es elevado, ganará directamente con la venta de la materia prima. Si está barato, su rentabilidad se trasladará al polipropileno.
Petroken tiene capacidad para producir 180.000 toneladas anuales (Tn/año) de polipropileno y 20.000 Tn/año de poliolefinas amorfas (APO). Su facturación ronda los u$s 300 millones anuales, con una utilidad neta cercana a los u$s 25 millones. “Para YPF, la operación hacía sentido perfectamente, porque es el mayor proveedor de Petroken. Es más, el 80% de la rentabilidad de la cadena de valor del polipropileno pasa por la materia prima. Quien controla el propileno es el que controla el negocio”, explicó un alto ejecutivo del sector, que estaba al tanto de la operación.
Petroquímica Cuyo produce copolímeros, la denominación que recibe el polipropileno que surge del propileno y del etileno. Petroken, en cambio, fabrica homopolímeros, derivados únicamente del propileno. Al frente del management de Petroquímica Cuyo, que tiene una facturación anual cercana a los u$s 150 millones, se encuentra Jorge Sampietro, un ejecutivo de amplia trayectoria en el sector. ›|‹