La fuerte suba de precios de los combustibles líquidos y las nuevas tecnologías, que mejoran potencia y rendimiento, impulsan a más particulares a tomar la decisión de pasar su vehículo a gas. En la actualidad, ya hay casi 2 millones de unidades equipadas con los tubos amarillos. Según consignó iProfesional, el negocio del gas natural comprimido (GNC) vive un verdadero período de auge en la Argentina. Las conversiones crecen sin pausa, impulsadas por cada incremento en el precio del litro de nafta, que incentiva a más propietarios de vehículos a «migrar» hacia este tipo de combustible. También contribuye a este cambio la irrupción de nuevas tecnologías, un tema no menor dado que todavía subsisten prejuicios respecto del impacto del uso del GNC en los motores. Sin embargo, lo que prima sin lugar a dudas, es la diferencia de precios respecto a los combustibles líquidos: mientras que el metro cúbico (m3) de gas se ofrece unos 5,5 pesos, por el litro de nafta súper debe pagarse hasta 13 pesos. Considerando estos valores en los surtidores y que el valor de un equipo -contando la instalación- se acerca a los 18.000 pesos, surge un dato clave: el propietario de un auto habrá amortizado el costo de la conversión al recorrer los primeros 20.000 kilómetros. Es decir que al utilizar el vehículo unos 55 kilómetros por día en promedio a lo largo de un año, el ahorro logrado en combustible alcanzará para cubrir el cambio a GNC. Esta es la razón esencial que explica por qué en la actualidad ya circulan en la Argentina casi 2 millones de autos y camionetas impulsados a gas, cifra que representa el 15% del total a nivel mundial.