Más allá de formar parte de las filas de la alianza Cambiemos, el futuro ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza y el intendente electo de Mar del Plata, Carlos Arroyo, tienen por estos días una preocupación común. Según la Política Online, se trata de la sorpresiva movida que inició el empresario Alejandro MacFarlane, el timonel de Edelap y EDEA, las dos distribuidoras eléctricas privadas más importantes de la provincia. MacFarlane salió a advertir la semana pasada con un comunicado a la Bolsa que la distribuidora eléctrica de la costa atlántica corre el riesgo ir a la quiebra por culpa del congelamiento tarifario que no le permite afrontar el pago de sus Obligaciones Negociables (ON). Una situación real que comparten la mayoría de las distribuidoras del páis, fruto de la política kirchnerista. Pero en el equipo de la gobernadora electa, María Eugenia Vidal, están convencidos que planteo no sólo es extemporáneo, sino que además resulta funcional a la estrategia electoral del Frente para la Victoria que busca proyectar un escenario de caos e ingobernabilidad en el caso de que Mauricio Macri triunfe en el balotaje. Algo parecido piensan en el entorno del intendente Arroyo. Según la mirada de algunos integrantes del equipo de la gobernadora electa, la pulseada con MacFarlane, representa junto con el reclamo de un aumento del 40 por ciento que lanzó el neokirchnerista líder de los docentes, Roberto Baradel, dos pinzas de una misma jugada que busca marcarle fuerte la cancha antes de asumir.