El Gobierno llegó a un acuerdo tácito con las petroleras: para evitar un mayor aumento de los combustibles autorizó a las empresas a importar crudo a precio internacional –más barato que el local– para recomponer el nivel de rentabilidad de los refinadores. La primera licitación del nuevo modelo ya se realizó. La llevó adelante Oil, del empresario cercano al kirchnerismo Cristóbal López, y la ganó un brazo de Shell, la empresa donde hasta junio pasado el titular era Juan José Aranguren, hoy titular del Ministerio de Energía de Cambiemos.
Las petroleras se quejan: sostienen que desde la devaluación del 17 de diciembre, el dólar se encareció 49%, presionando sobre sus costos. En ese lapso, los precios de las naftas y el gasoil se incrementaron “sólo” un 6%. Desde su óptica, los números no cierran.
Para balancear esa ecuación, un grupo de petroleras –Shell, Axion Energy, Petrobras y Oil– adquirió un barco de crudo cargado con un millón de barriles de petróleo de tipo Bonny Light desde Nigeria que arribará al país el 25 de febrero. Es la primera importación de crudo a cargo de empresas privadas en más de cinco años. Oil se encargó de licitar la compra del barco. Shell Western, unidad de la petrolera anglo-holandesa dedicada al trading de combustibles, fue la que ofertó el precio más bajo, por lo que se quedó con la compulsa. La firma es uno de los grandes jugadores del mercado de derivados a nivel internacional, y Shell Western ya se había adjudicado la provisión de crudo importado en dos de las siete licitaciones realizadas en 2015 por la anterior administración. Así lo publicó Perfil.
Aranguren, que a mediados del año pasado saltó de Shell a la política, ha manifestado que no intervendrá en cualquier tema vinculado a la petrolera europea y que cualquier asunto del que participe Shell lo deriva directamente a sus colaboradores. En este caso, las cuestiones ligadas a la venta de combustibles las resuelve Pablo Popik, subsecretario de Refinación y Comercialización.
Nuevo régimen. En los últimos dos años la compra de crudo en el exterior funcionó por decisión política bajo el paraguas de Enarsa, la empresa estatal de energía creada por Néstor Kirchner en 2004, que había delegado la operatoria técnica en YPF. Ahora volvió a estar directamente en cabeza de los privados, que en rigor es lo que marca la ley. El año pasado las petroleras que procesaban el crudo importado por Enarsa debían pagarle a la compañía estatal la diferencia entre el precio local y el internacional. Ese esquema no rige más.