Funcionarios del gobierno nacional y políticos opositores, técnicos petroleros, empresarios de cualquier rubro, el Departamento de Estado norteamericano y hasta algún líder internacional. Todos coinciden en que la formación de recursos no convencionales depetróleoy gas denominadaVaca Muertaes una de las cartas más importantes del crecimiento económico de la Argentina para los próximos años. Pero hasta ahora ese hiperpublicitado activo petrolero que yace a más de 2000 metros de profundidad, principalmente dentro de los límites de la provincia de Neuquén, sólo captó la atención de una sola y muy particular empresa: la petrolera YPF, controlada por el Estado y cuya orientación inversora está a cargo de la presidenta Cristina Kirchner.
Números oficiales de la gobernación neuquina muestran que de cada 10 barriles de petróleo que se extraen de Vaca Muerta, algo más de 8,5 los produce la empresa que preside Miguel Galuccio. Algo muy similar ocurre con el gas, rubro en el que también el crecimiento de la producción está dado por la inversión de la petrolera pública, según publicó La Nación.
La mayor zona productora de hidrocarburos en Vaca Muerta es el área denominada Loma Campana, en la que YPF es la compañía operadora asociada con la norteamericana Chevron.
La operación de Loma Campana es uno de los mayores proyectos de inversión en el país en los últimos años. Aunque despertó polémica, les permitió a las arcas del Banco Central recibir sólo el primer año del proyecto unos 1240 millones de dólares que puso la socia de YPF. De Loma Campana se extrae el 86,5% del petróleo de Vaca Muerta. El resto de las áreas, en cambio, tienen una participación inferior al 2% cada una, según el informe anual de producción no convencional de petróleo y gas de la provincia de Neuquén. Se distribuye entre empresas como Shell, Gas & Petróleo del Neuquén (provincial), Total, Pan American Energy (PAE), Exxon y Medanito.