Un importante crecimiento de la producción de cobre es la que está proyectando Cochilco para la próxima década en Chile, tomando en consideración las iniciativas que se incluyen en la actual cartera de proyectos de la industria.
Así, el último reporte de la Comisión apunta a que en una década, el aporte de las faenas locales crecerá en hasta un 28,3% en comparación a lo que se vio durante 2017, llegando a unas 7,06 millones de toneladas de cobre fino en el año 2029.
En este escenario, el más probable entre los tres modelados, se espera que antes que finalice 2019 Chile supere por primera vez las seis millones de toneladas, con un peak en el año 2025, de 7,25 millones de toneladas.
Las estimaciones de Cochilco se basan en los estados de certidumbre de los proyectos mineros catastrados, considerando retrasos y problemas productivos asociados a este tipo de iniciativas. Sin embargo, se advierte que no se tiene en cuenta la posibilidad de que sucedan huelgas que afectan la producción de los yacimientos.
Respecto de los dos escenarios restantes, sin aplicar la condicionalidad de las iniciativas y considerando que todos los proyectos se realicen en los plazos indicados públicamente por las mineras, se podría llegar a las 8,1 millones de toneladas de cobre fino en 2029. Esto representaría un crecimiento de 47,3% en comparación a 2017.
En el caso totalmente opuesto, se estima un escenario pesimista en el que la producción sería un 10% mayor hacia el 2029, respecto de 2017, llegando a las 5,98 millones de toneladas de cobre fino.
En el corto plazo, la principal tarea para las firmas locales que tienen obras que inician su puesta en marcha este año, -como los casos de Spence, Chuquicamata y Mantos Blancos-, tiene que ver con que sean lo suficientemente eficientes para cumplir con sus apuestas productivas. Lo anterior permitirá bordear las 6 millones de toneladas.
“Para el largo plazo, el desafío es que las iniciativas con menor probabilidad de materialización, proyectos posibles y potenciales, logren avanzar y cumplan cabalmente con la normativa medioambiental y relacionamiento temprano con las comunidades en los plazos más óptimos, lo que les permita alcanzar sus proyecciones productivas, considerando que estas aportarían un 50% de la producción nueva hacia el 2029”, comenta el director de estudios y políticas públicas de Cochilco, Jorge Cantallopts.
En cuanto a la distribución geográfica, Antofagasta seguiría siendo la región líder en producción cuprífera a 2029, concentrando el 53% de participación. Le sigue Atacama, que desplaza a Tarapacá, que actualmente ocupa el segundo lugar como mayor productor de cobre del país. Estas regiones concentrarán el 13% y 12%, respectivamente.
Consultado si estas proyecciones podrían tener algún efecto en el estrecho mercado del cobre que se espera para la próxima década, desde Cochilco aseguraron que aunque se prevé una condición deficitaria del balance de cobre a nivel global para el período 2019-2020, la producción local ya está incorporada en las estimaciones. “Este déficit (mundial) y los bajos inventarios, fundamentan proyectar un cobre con sesgo al alza y un precio de US$ 3,05 la libra para 2019 y US$ 3,08 la libra para 2020”, asegura Cantallopts.
Crecen los concentrados
Otro de los aspectos que se destaca en el informe de Cochilco tiene que ver con el tipo de producto que generará la industria minera en la próxima década, creciendo fuertemente el concentrado de cobre.
De este modo, si a la fecha se estima que un 75% del mineral corresponde a concentrado, en 2029 en el escenario más probable, la cifra crece hasta un 88%. Este indicador toma relevancia en circunstancias que actualmente las fundiciones chilenas están entre las menos competitivas a nivel mundial, tanto desde el punto de vista económico como ambiental.
Es por esto que tiene lógica que el incremento de los concentrados no hará que necesariamente crezca su procesamiento en Chile. De hecho, la exportación de este producto pasará de las 2,5 millones de toneladas de cobre fino (unas 9,27 millones de toneladas métricas secas), a alrededor de 4,6 millones de toneladas hacia 2029 (aproximadamente 16,6 millones de toneladas métricas secas de concentrados).
Fuente: El Mercurio
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