Esta semana Royal Dutch Shell y BP advirtieron a los inversores que no deberían esperar un repunte fuerte en los precios del petróleo el próximo año porque ellos están definiendo sus planes para recortar aún más el gasto para contener las crecientes deudas.
Las dos grandes petroleras que cotizan en el Reino Unido señalaron que esperan para 2017 precios por barril cercanos a u$s 50 apenas por encima de los niveles actuales en una señal de que la industria se está adaptando a las condiciones del mercado con «precios más bajos durante más tiempo».
Los valores del crudo se han estabilizado en los últimos meses después del pronunciado descenso desde los u$s 100 el barril hace dos años, pero Shell y BP han dejado claro que no están contando con un regreso a los picos anteriores.
«Prevemos que los precios serán más firmes el año próximo, pero no de una manera significativamente diferente de lo que estamos viendo en este momento», dije Brian Gilvary, director financiero de BP.
La creciente presión sobre las finanzas se reflejó en la fuerte reducción de inversión de capital delineada por BP y Shell en sus resultados trimestrales.
Gilvary aseguró que la inversión de BP podría caer a cerca de u$s 16.000 millones este año, comparado al pronóstico anterior de entre u$s 17.000 millones y u$s 19.000 millones; y que probablemente se mantenga estable entre u$s 15.000 millones y u$s 17.000 millones en 2017.
Shell aseveró que su gasto de capital sería de u$s 29.000 millones en 2016. Esta cifra es casi 40% menos que la inversión combinada de Shell y BG Group hace dos años, antes de que Shell adquiriera a BG Group por 35.000 millones de libras en febrero.
El gasto caerá de nuevo en 2017 a cerca de u$s 25.000 millones el nivel más bajo de los pronósticos de Shell que oscilaban entre u$s 25.000 millones y u$s 30.000 millones señalando que las grandes compañías petroleras piensan controlar el gasto.
El alza en los precios del petróleo a partir del verano boreal había aumentando las esperanzas de que el exceso de petróleo de los últimos dos años estaba comenzando a ceder. Pero el reciente descenso a menos de u$s 50 el barril refleja la fragilidad del mercado mientras surgen dudas sobre los planes del cártel de los países productores de la OPEP para frenar la producción. Ben van Beurden, el director ejecutivo de Shell, comentó: «Los precios bajos del petróleo son un reto importante en la industria, y el pronóstico sigue siendo incierto».
Las ganancias de Shell en base al costo actual de abastecimiento y excluyendo elementos extraordinarios la medida más utilizada por los analistas fueron de u$s 2,790 millones para los tres meses hasta el 30 de septiembre, un aumento del 18% comparado con el mismo período el año pasado, superando las expectativas de los analistas.
BP también superó las expectativas del mercado con ganancias por costo de reemplazo subyacente su indicador preferido de u$s 933 millones.
Sin embargo, los analistas destacaron que las ganancias de BP fueron impulsadas por la reducción de impuestos, y que su división de producción no había cumplido con las expectativas.
En una señal del efecto de los precios bajos, el endeudamiento neto de Shell se incrementó a u$s 77.800 millones el 30 de septiembre, resultando en un ratio deuda-capital de 29,2.
Ese nivel es más del triple de su deuda del año pasado y se acerca al límite máximo de 30% que el grupo ha dicho que prefiere no superar.
Los préstamos se han incrementado desde la adquisición del BG Group, pero Simon Henry, el director financiero, dijo que la empresa seguramente reduciría el apalancamiento a través de la liquidación de bienes. De esta manera, Shell podrá acumular u$s 30.000 millones para fines de 2018. Henry aseguró que el grupo está «trabajando activamente en 16 ventas de activos materiales».
Mencionó los u$s 9000 millones que el grupo ampliado había ahorrado en los costos operativos anuales, y aseveró que los positivos resultados trimestrales muestran que el acuerdo ya está dando resultados.
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