Si se eliminaran por completo los subsidios y el precio de la energía eléctrica se actualizara con el costo real de generación (sumando las partidas a Cammesa para cubrir las importaciones de energía y lo devengado por Enarsa para la compra de gas en el exterior que usan las usinas térmicas), la factura de un hogar en la ciudad de Buenos Aires o en Mendoza que consumen 600 kWh por bimestre debería superar los 900 pesos, según un informe de la consultora abeceb.com. En Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe esa boleta llegaría a $ 1200.
Esto quiere decir que, en la ciudad de Buenos Aires, un usuario subsidiado pagaría 14 veces más de lo que abona en la actualidad (hoy paga, en promedio, $ 66,70 por bimestre). En Córdoba y Santa Fe, en tanto, la factura sería tres veces más elevada. Vale aclarar que estos números no contemplan los atrasos en la actualización del valor agregado de distribución (VAD) de cada empresa en el sistema eléctrico. De hacerlo, los valores irían aún más arriba, según publicó La Nación.
Los subsidios fueron creados por el Gobierno para evitar que los consumidores tuvieran que afrontar fuertes aumentos de tarifas tras la salida de la crisis de 2001/2002.
Una década atrás, en las fojas 571 a 585 de la nota 153 del 13 de febrero de 2004 (expediente N° S01:0189417/2003), el entonces secretario de Energía, Daniel Cameron, le advertía al ministro de Planificación, Julio De Vido, que era fundamental subir los precios de la energía para evitar problemas.
«Los precios resultantes luego de la pesificación no permiten recuperar las inversiones necesarias, por lo que es indispensable brindar señales de inversión mediante la normalización de los precios», recomendó el ex secretario al ministro. Pero la política pudo más que la técnica, y Néstor Kirchner hizo exactamente lo contrario en los siguientes diez años.
La herencia del kirchnerismo la pagará el próximo gobierno y, claro está, también los usuarios particulares. Según datos del Cippec, la administración de Cristina Kirchner dejará, por lo menos, un déficit fiscal de 5% del producto bruto interno en 2015 al momento del recambio presidencial. El centro de estudios estimó que uno de cada cinco pesos recaudados por el Tesoro Nacional se destina hoy a financiar subsidios, y el 60% va directamente a subsidiar al sector energético.