La semana pasada se puso en marcha el Plan Hogar, con el que se subsidiará la compra de garrafas para 2,5 millones de hogares de bajos recursos. La medida marca un cambio en la estrategia del Gobierno, que hasta ahora estaba focalizada en sostener la oferta antes que en apuntalar la demanda. Para los analistas, el crecimiento exponencial de los subsidios económicos –las transferencias al sector privado destinadas a compensar el atraso tarifario– y la inequidad que éstos generan serán una piedra en el zapato de la próxima gestión presidencial. “Los subsidios han crecido en forma exponencial desde 2006 hasta llegar a representar más del 5% del PBI”, indica Lucio Castro, director de Desarrollo Económico del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y uno de los economistas que más ha estudiado el tema.
La consultora ACM detalla que en 2014, los subsidios económicos totalizaron $235.00 millones –un monto equivalente al 5,9% del PBI– y que representan el 80% de las transferencias al sector privado. “Estas partidas explicarían poco más del 30% del crecimiento el gasto primario en 2014”, dice Maximiliano Castillo Carrillo. Claramente, dentro de la composición del gasto tienen más peso estas transferencias a los servicios públicos que los subsidios sociales, como la Asignación Universal por Hijo. Así lo consignó Clarín.
La primera mirada sobre los subsidios suele estar puesta en el impacto que éstos tienen sobre las cuentas públicas. De hecho, en diálogo con iEco, Castro destaca que “el crecimiento exponencial de estas partidas se dio en la era de los superávits fiscales, cuando el resultado positivo alcanzaba al 3% del PBI”. Esos tiempos quedaron atrás. El déficit público ya supera el 5% del PBI, y según la proyección de ACM, Cristina Kirchner se encamina a terminar su mandato con un rojo fiscal de la misma magnitud que el que existía en la década del 80.
Si bien parte del aumento del gasto está vinculada a los subsidios –por lo que la reducción de estas partidas será una de las principales cuentas pendientes del próximo gobierno–, los analistas remarcan que el actual esquema es insostenible no solo porque es caro, sino también porque es ineficiente.