Casi dos años después de su estatización, YPF completará hoy uno de los principales anhelos del manual kirchnerista: comprará con fondos propios los activos locales de una petrolera norteamericana. Se trata de Apache, una compañía que llegó al país en enero de 2006 con la voluntad de trascender, pero chocó con subas en los impuestos, el cepo cambiario, la imposibilidad de girar dividendos, atrasos en los precios internos de los hidrocarburos y, al final, con un cambio en la política comercial que estableció su casa matriz, en Houston. YPF pagará US$ 800 millones, que saldrán de las arcas de la petrolera estatizada.
El presidente de YPF, Miguel Galuccio, considera que hizo un buen negocio. Dejó en el camino a competidores de fuste, como Eduardo Eurnekian, el mayor concesionario aeroportuario del país y dueño de la petrolera CGC, y los hermanos Bulgheroni, dueños de Bridas, que también sondearon al menos una parte de los activos de Apache (tiene operaciones en Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego), entre otros interesados.
La operación, además, calza con las ambiciones del ministro de Economía, Axel Kicillof, y de la presidenta Cristina Kirchner para el sector energético, tanto en términos políticos como económicos. «Vamos a aumentar de inmediato los equipos de perforación para acelerar la producción, especialmente de gas», prometió Galuccio en un comunicado de prensa.
La conducción de YPF repite de memoria las bondades de la operación: le permitirá a la empresa aumentar rápido la extracción de gas, que está dolarizado; se puede integrar fácilmente con sus activos, y tiene un enorme potencial de recursos no convencionales. Así lo consignó La Nación.
De acuerdo con cálculos privados, YPF pagó a razón de 4,5 dólares por reservas de petróleo equivalente (BOE, crudo más gas). A precios de hoy, obtendría 18 veces más por traer el hidrocarburo a la superficie, si bien es un trabajo que le demandará inversiones enormes.
Galuccio acudirá a la heterodoxia corporativa para conducir la nueva Apache, al menos al principio. No le destinará tiempo a elaborar un plan de integración con YPF -es el primer paso en cualquier operación de adquisición-, sino que volcará todos los recursos disponibles a producir más gas, el producto más deficitario de la canasta energética doméstica. Para eso colocará a un nuevo gerente general a conducir las riendas de Apache. El elegido es Martín Gandolfo, viejo conocido de Galuccio de las aulas del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).