En un mercado que estimula la competencia, la producción y la distribución de un recurso estratégico, como el gas, no están en las mismas manos. Por eso, cuando YPF -el mayor productor de gas del país- terminó asumiendo el control de Metrogas -la distribuidora del fluido en la mitad de Buenos Aires y el Conurbano-, los expertos en mercados regulados marcaron cierta preocupación.
El Gobierno quiere enviar señales de que la economía argentina puede ser más moderna. Por eso, estudia un cambio drástico en el sector energético: que YPF venda su control en Metrogas.
El plan, que se encuentra en su etapa inicial, depende de una serie de pasos tendientes a la normalización del sector.
Tras años de congelamiento de tarifas o subas muy menores a la inflación acumulada, las distribuidoras de gas tienen una situación patrimonial deteriorada. Pero el Ministerio de Energía implementó un nuevo cuadro tarifario, donde los hogares irán pagando un mayor porcentaje de su consumo de gas y habrá reducción paulatina de los subsidios estatales, según informó Martín Bidegaray en iEco.
Un sendero de tarifas permitiría a las empresas contar con más de los ingresos que ellas llaman «genuinos» (o menos derivados de las arcas estatales) y eso les permitiría hacer inversiones. También se avanzará en una conducción técnica y profesional en el ente regulador Enargas. El programa de estímulo a las productoras -llamado plan Gas- terminará a fines de 2017.
El Gobierno espera que las distribuidoras salgan del «pozo» (como lo definen ejecutivos y funcionarios del sector), y que paguen sus deudas con las productoras de gas. Un conflicto entre Pan American Energy (PAE) y Metrogas por una deuda impaga fue una muestra de las tensiones actuales.
Si las medidas que planea el Gobierno pueden plasmarse, varios ejecutivos del sector creen que una conducción profesional y técnica del Enargas recomendará que la propiedad de una de las distribuidoras de gas (como Metrogas) no se encuentre en poder de la mayor productora, como YPF. Eso podría suceder en un año.
En la petrolera de mayoría estatal ya están al tanto de este futuro escenario. Pero no hacen comentarios.
Metrogas fue una empresa con altísima rentabilidad hasta la salida de la convertibilidad en 2001/02. Desde allí, solo conoció problemas. En 2010, fue intervenida por el Estado nacional. En 2013, la distribuidora se encaminaba a la quiebra sin un salvataje financiero. En Gas Argentino -la sociedad controlante de Metrogas- convivían la inglesa British Gas con YPF. Los británicos enfrentaban demandas de sus acreedores y quisieron irse. Le traspasaron sus obligaciones a YPF.
YPF tomó la conducción, pero nunca tuvo un «plan estratégico», según describen ex ejecutivos de Metrogas. Una salida de la distribuidora no les provocaría mayores perjuicios, según conocedores del sector.
Dentro de la petrolera consideran que tienen futuro si se concentran en su rol de productores. En mercados desarrollados, es común que las industrias – grandes consumidoras de gas- negocien directamente con los productores. Se pactan suministros a plazo (2-3-4 años). Es algo que hoy las empresas argentinas no están en condiciones de cumplir. Pero si el Estado va sacando su pie del sector, las firmas creen que pueden obtener más ingresos por sus recursos.
«Es la vuelta a un mercado contractual. Un cliente quiere comprar un determinado volumen, se firma un contrato y se trata de cumplir», pinta un ejecutivo del sector.